Tres mil casas se perdieron en Aguas Buenas por el huracán María

El alcalde de Aguas Buenas, Javier García Pérez, calculó en 3,000 la cantidad de familias que perdieron sus residencias en este pueblo por el paso del huracán María.

Para el 23 de septiembre, fecha en que El Nuevo Día visitó el pueblo por primera vez, había 21 hombres, 13 mujeres y ocho menores refugiados. No había señal de celular en ningún sitio. Las telecomunicaciones se habían esfumado con María.

Los sectores más afectados fueron Santa Clara, sector Las Corujas, Parcelas Bayamoncito y el barrio Juan Asencio, donde se observó múltiples residencias sin techo.

La infraestructura del estado también sufrió daños. Por ejemplo, el alcalde dijo que la infraestructura de energía eléctrica quedó “en el piso completa”.

Diana Iris Aponte narra cómo fue vivir la experiencia del huracán María en el barrio Mulas de Aguas Buenas.

El sector Loma Negra, una torre que sostenía cables de alta tensión cayó sobre una residencia. Su único habitante se salvó porque accedió a refugiarse en uno de los albergues de emergencia poco antes de que María tumbara la mole de cemento.

“Fue lo más grande que he visto en mi vida. Esto aquí fue tremendo, las ventanas se querían ir… todo”.

“Fue lo más grande que he visto en mi vida. Esto aquí fue tremendo, las ventanas se querían ir… todo”, dijo Diana Iris Aponte, vecina del hombre refugiado y quien tiene sus propias dificultades con su esposo encamado y su hijo, Miguel Oliveras. Se quedaron sin casa luego de que el camión que habilitó para vivir hace tres meses se volcara por las fauces de María.

“Lo amarré a un digger (excavadora) y a una viga, pero se fue”, dijo el hombre. “A empezar otra vez”, se resignó.

El alcalde había establecido como prioridad abrir camino para energizar varias bombas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) y garantizar el suministro de agua, con lo que espera que buena parte del pueblo pueda contar pronto con ese servicio.

Miguel Olivera observa un camión volteado por el huracán María en el barrio Mulas de Aguas Buenas.

Vista del paisaje de Aguas Buenas luego del impacto del huracán María.

Mientras tanto, colocaron un oasis frente a la urbanización San Antonio para que los vecinos de Aguas Buenas tengan agua potable.

Por otra parte, la alcaldía perdió parte de un techo de plástico, el centro de gobierno se inundó y las autoridades tuvieron que mudar el único refugio habilitado en la escuela superior urbana a la escuela Pedro Albizu Campos, porque el generador de la primera falló. No fue el único. Otro generador, pero en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) operado por la empresa Menonita, que estaba cerrado, también dejó de funcionar, provocando el enojo del alcalde.

“Con filtraciones se puede trabajar. Fui antes del huracán y me dijeron que estaba todo preparado, con cisternas y generadores… que tenían los médicos de turno”, se quejó el alcalde, visiblemente molesto al contar que se enteró del cierre del CDT por radio, cuando la policía municipal indicó que un hombre sufrió un paro respiratorio y se encontró con la clínica cerrada. Murió camino al hospital Menonita pero de Caguas.

En el único supermercado del pueblo, un Econo, los vecinos fueron obligados a entregar listas limitadas de artículos de primera necesidad a los empleados, quienes buscaban los productos, se los entregaban y cobraban. La gerencia no permitió la entrada de clientes al lugar debido a lo comprometido que está el edificio tras el colapso de parte de su techo.

El acceso al pueblo por la única ruta abierta, la carretera PR-156, que conecta con Caguas, pasó días congestionada debido a la operación de la única gasolinera en funcionamiento en todo el pueblo. El diésel y la gasolina, como en el resto de Puerto Rico, se volvieron en aquellas primeras semanas en una de las necesidades más grandes de los boricuas, quienes pasaron hasta 12 en una fila a la espera del combustible.