Los números
Superficie 81.1 km² (Gobierno de Puerto Rico)
Habitantes 23,605 (2016, estimado del Censo)
Dato100 refugiados
Dato1,500 casas con daños parciales o totales
María deshojó a Aibonito y enterró a casi 2 millones de aves
El huracán deshizo la industria avícola del municipio y también su floricultura
Los vientos de María castigaron sin piedad a Aibonito, que al ser uno de los municipios más altos de Puerto Rico, aguantó ráfagas de hasta casi 200 millas por hora. El huracán sembró de muerte el municipio aniquilando a casi 2 millones de animales y a las flores características de este pueblo conocido como el Jardín de Puerto Rico y donde desde 1969 se celebra el Festival de las Flores.
“Es una pérdida grande, no solo de nuestro pueblo sino de todo Puerto Rico y esto va a provocar los efectos posteriores de este evento por la destrucción de las fincas”, explicó el alcalde de Aibonito, William Alicea Pérez poco después de la barrida de María.
Los vientos feroces de María desenterraron orquídeas, bromelias, gerberas, rosas y lirios asiáticos. Limpiaron con los jardines ornamentales y las floristerías.

Vista de Aibonito tras el azote del huracán María.
“Es una situación bien difícil. Las orquídeas y las demás ornamentales que se distribuyen a nivel isla se perdieron y lo que eso envuelve entre empleos directos e indirectos está impactado”, lamentó el funcionario.
El huracán asoló además a miles y miles de aves. Al menos 1.8 millones de pollos murieron bajo el látigo de María. El alcalde cree que son dos millones.
“El pueblo está devastado totalmente”, dijo casi una semana después del paso del huracán. Había recibido a Desarrollo Rural del Departamento de Agricultura (USDA, en inglés) y al secretario de Agricultura, Carlos Flores Ortega, encargados de apoyar al municipio en el entierro de los animales.
“Los pollos tienen que ser decomisados y enterrados. Nos va a tomar tiempo levantarlas (a las fincas). Se requiere de una inversión millonaria porque son estructuras que tienen que cumplir con unos estándares de construcción bien precisos para seguridad”, señaló el funcionario.
Carlos Ortiz, un avicultor que criaba 72,000 aves, alertó: “Esto es una catástrofe que puede llevar hasta una epidemia porque mire cómo está el pollo muerto por ahí”. Los animales, a su alrededor, yacían en el piso emanando un hedor nauseabundo.
“A mi edad, creo que no voy (a poder levantarme). Ya yo tengo 76 años. Mi único consuelo es que ya todo eso yo lo había pagado y no tengo hipotecas que me dejen en la calle como quizás a algunos les va a pasar. La pérdida es grande, el trabajo de uno de tantos años”, lamentó.
Para Ortiz pasarán meses antes de que los puertorriqueños puedan volver a comer un pollo del patio, donde una mirada a lo que eran los montes de Aibonito provocaba pensar que cayó una bomba o que un incendio arrasó con todos los árboles de este municipio.

Residencias y edificios afectados por los vientos del huracán María.
El huracán María colapsó la carretera PR-722 frente al coliseo, hizo estallar a varias oficinas de la Comandancia de la Policía, e inundó la estación de Emergencias Médicas Estatal.
Las autoridades de Aibonito pusieron atención al cementerio privado local por temor a los efectos en los terrenos del área.
Más de 100 personas terminaron en el refugio, algunos de ellos que llegaron en medio de la tempestad, como una familia de padre, madre y dos hijos a quienes se les voló el techo de su hogar.
En el refugio, decenas de personas tuvieron que ser trasladadas de sus salones a pisos superiores cuando las lluvias comenzaron a entrar.
El personal de la Oficina de Manejo de Emergencias intentó llegar hasta el refugio en la tarde del miércoles, pero todavía el huracán se sentía sobre el pueblo. Lo lograron casi al anochecer. Los envejecientes eran los que estaban en peor estado y entre sollozos pedían noticias de sus casas.

José Pepo González, junto a su esposa Melba Rivera, dos vecinos de Aibonito que perdieron su hogar por el huracán María.
Afuera, y cuando María dejó de arrojar agua y viento sobre Aibonito, muchos sacaron propios sus machetes y se unieron a las brigadas para abrir paso en caminos vecinales, calles principales o de las afuera del pueblo.
Aunque muchos de ellos lo habían perdido todo –el alcalde calculó que 3,000 viviendas fueron destruidas total o parcialmente- dejaron de lado por un tiempo sus preocupaciones y pusieron el hombro para tratar de que Aibonito, poco a poco, volviera a florecer.
El huracán María crujió contra Aibonito.