Los números
Superficie 156 km² (Gobierno de Puerto Rico)
Habitantes 32,219 (2016, estimado del Censo)
Dato119 refugiados
DatoUn muerto
Los sectores montañosos de Fajardo fueron los más vulnerables
Juan Diego y Paraíso tardaron en recibir asistencia
“Estas huracanas no tuvieron piedad con nosotros”. Las palabras de Luis Fernando Delgado se hicieron eco no solo en el sector Maternillo donde vive, sino en varias comunidades del pueblo costero de Fajardo atropellado por el huracán María.
El mar azotó, por un lado y el río lo hizo por otro. En varias comunidades, ambos cuerpos de agua se encontraron y arrasaron con furia dentro de los hogares de cientos de personas.
“Al que no se le metió la playa en la casa, se le metió el río. A algunos se les metió ambos porque la desembocadura está ahí al lado”, destacó el hombre de 72 años.
La historia de Delgado se repetía en las residencias de Maternillo, Beltrán y Mansión del Sapo – comunidades que quedaron destrozadas desde el paso del huracán Irma unas semanas antes de que llegara María.
Más arriba en la montaña, en la comunidad de Juan Diego y Paraíso, los riachuelos continuaron por semanas inundando las pocas residencias que quedaban.
“Ese sector montañoso quedó incomunicado por casi dos días. Lo triste es que sigue lloviendo para la montaña… ellos necesitan que pare”.
Dentro de las casas, las pocas pertenencias que el huracán no se había llevado, las correntías continuaban dañándolas. De esto dio fe Evelio Caraballo. Su oración, al igual que la de otros vecinos era que parara la lluvia.
En el área hay muchos riachuelos que “de momento son una bendición”, pues no se ha restablecido el servicio de agua potable y los residentes se las ingenian para recoger agua de los riachuelos de Charco Frío, pero “de momento cuando llueve y eso crece, entra a la casa y nos destruye todo”, dijo Caraballo.
En marinas de Fajardo, María hundió con saña barcos y veleros como si fueran cascaritas de papel. Incluso, embarcaciones de gran porte quedaron arrojadas sobre las costas, como peces aleteando fuera del agua.

Un velero de gran porte, tumbado sobre una de las marinas de Fajardo.
Según varios vecinos de Paraíso y Juan Diego, la ayuda del municipio y agencias federales tardó semanas en llegar.
Las ráfagas de María destrozaron aproximadamente 700 residencias completamente y otras 3,500 reportaron haber sufrido daños en este municipio.
Según el alcalde, solo se reportó una muerte como consecuencia del embiste huracanado.
“Tuvimos una fatalidad de un hombre que sufrió heridas y luego murió con un panel para proteger su residencia”, sostuvo.

Las carreteras de Fajardo quedaron también sepultadas por los esqueletos de los árboles.
Por otra parte, el alcalde aseguró que los trabajos para restablecer la comunicación y abrir caminos se “hicieron rápido” y que ahora concentran en repartir alimentos casa por casa.
Además, estimó que, de los abonados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados en su municipio, el 60% ya tuvo servicio a pocos días pasado el huracán.
“A toda esa gente que reportó pérdidas la va a atender FEMA. Ya ellos nos visitaron y le ofrecimos el estadio Pérez Alberto para que ellos mismos sean los que entrevisten a la gente”, explicó el alcalde.
En la escuela Berta Zalduondo Cruz, se refugiaron 119 personas. Cuando El Nuevo Día visitó este albergue de emergencia, no tenía agua y tampoco había llegado el generador que, según la administradora, solicitaron al gobierno. “Fajardo va en vías a la recuperación, va a ser un proceso lento, pero estamos encaminados”, aseguró el alcalde.

Funcionarios observan la destrucción que dejó el huracán María en uno de los postes de energía eléctrica.