Los números
Superficie 50.3 km² (Gobierno de Puerto Rico)
Habitantes 26,583 (2016, estimado del Censo)
Dato598 familias sin techo
Dato298 pérdidas totales
Loíza renace de la devastación del huracán María
La solidaridad y el espíritu de lucha de sus comunidades predominó ante la adversidad
El azote del huracán María que con sus fuertes vientos y aguaceros destrozó al municipio de Loíza no pudo quebrantar el espíritu de lucha de un pueblo sobreviviente en medio de las paupérrimas condiciones en las que subsisten.
Sus habitantes recibieron el embate del fenómeno atmosférico en las peores condiciones ya que una semana antes el pueblo había sido declarado zona de desastre por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) a causa de la devastación que ocasionó el paso del huracán Irma el 6 de septiembre, que dejó a 80 familias sin hogar y otras mil viviendas con daños estructurales.
La cifra de los 302 refugiados se mantuvo pequeña porque una cantidad indeterminada de los residentes optó por pernoctar en la casa de sus familiares fuera de la zona de peligro.
Aun así, el cuadro frágil que rodeaba la situación en el pueblo se agravó con la falta de catres en los refugios a solo horas antes de comenzar a sentirse las primeras ráfagas, según denunció la propia alcaldesa Julia María Nazario Fuentes, que reveló que las condiciones del tiempo impidieron que el barco que los transportaba llegara a tiempo a Puerto Rico.

Rescatistas se esmeran por desalojar a los residentes del sector Miñi Miñi en el barrio Medianía Alta. En este caso, se transportan sobre un cavador.
En la escuela Celso González de Loíza tenían registradas 81 personas el día antes y solo 12 catres. Se utilizaron colchas y edredones donados por personas de la comunidad para que las familias pudieran pasar el proceso de emergencia de la mejor manera posible, sobre todo los niños, ancianos e incapacitados.
Los destrozos comenzaron en la propia casa alcaldía cuya cúpula del quinto piso fue arrancada por los vientos huracanados, perdió nueve ventanas y se dañó el sistema eléctrico, así como equipos y documentos debido al torrente de agua que caía del echo como una cascada ocasionando la gran inundación que mojó los artículos de ayuda a damnificados.
El tendido eléctrico colapsó en su totalidad y, junto a la gran cantidad de árboles caídos, dejaron intransitables el acceso hacia la zona urbana por la carretera PR-188 desde Piñones y la PR-187 hacia Río Grande. En medio de la adversidad empleados municipales junto a la comunidad abrieron brechas para levantarse de nuevo.
Inicialmente, las zonas inundadas en Loíza fueron Villa Batata, las cinco calles de Villas de Loíza y Medianía Alta.
“Ese huracán fue terrible, como un monstruo. A mis 77 años de edad nunca había visto nada así”.
Mientras la furia de María salía de la isla dejando desolación la madrugada del 21 de septiembre, la seguridad de los ciudadanos de Miñi Miñi se vio amenazada nuevamente. En esta ocasión porque la apertura de las compuertas de la Represa Carraízo causó la crecida del río Grande de Loíza, inundando sus hogares.
Fue necesario el desalojo de unas 600 personas, muchas de ellas de avanzada edad, que contaron aterrados que nunca el nivel del agua le había llegado al cuello.
En el refugio de la escuela de esa comunidad, al cruzar la calle, pudimos encontrarnos con damnificados que vivían allí desde Irma, algunos con la misma ropa con la que fueron rescatados, quienes narraron con decepción y resignación que la ayuda nunca les llegó.

Un residente del sector Miñi Miñi se asoma a ver la inundación en el barrio desde su balcón.
Ese día la alcaldesa clamó al gobierno a través de este medio, ya que estaban incomunicados, que los comedores escolares se activaran ya que no tenía alimentos que ofrecer en los refugios.
María arrasó con 298 residencias, 598 familias perdieron los techos y 2,996 casas resultaron con daños. No hubo fatalidades.
Ya el jueves, sus habitantes se adaptaban a su nueva realidad, dos gasolineras abrieron sus puertas siendo rodeadas por largas filas y la panadería Loíza’s Bakery, vendía pan caliente y permitía a los clientes tomar carga en sus celulares.
La angustia de perderlo todo en Loíza.