Los números
Superficie 71.5 km² (Gobierno de Puerto Rico)
Habitantes 73,980 (2016, estimado del Censo)
Dato132 hogares con daños en Villa Esperanza
Dato100% sin luz ni agua
El desasosiego invade a Toa Alta
La falta de los servicios básicos y de ayuda convirtieron al pueblo en uno fantasma
La electricidad y las comunicaciones fueron de los primeros servicios en afectarse.
Toa Alta comenzó a sentir las feroces ráfagas del huracán María, desde el martes, 19 de septiembre, por la noche y se extendieron durante todo el miércoles. Los vientos que golpearon al pueblo provenían desde el este.
A las 6:00 a.m. del miércoles, fue necesario abrir cinco compuertas del Lago La Plata en Toa Alta, debido a que había amenaza de inundaciones.
Según fue pasando María, se fueron inundando las calles y carreteras, cayendo postes y tendido eléctrico. Los árboles fueron perdiendo sus hojas o cayéndose completamente y, peor aún, en sectores más rurales, los toalteños fueron perdiendo sus casas. Esta situación forzó a familias a correr a refugios en horas de la madrugada, con casi ninguna de sus pertenencias.
El río La Plata inundó finalmente gran parte del pueblo, afectando calles, carreteras y puentes como el de La Virgencita, que conecta a Toa Alta con Bayamón, Dorado y Vega Alta. La carretera 861 también sufrió daños severos, ya que hubo derrumbes de las partes más altas, hasta un risco.

Una quebrada cercana al pueblo es el único recurso de agua para los residentes del pueblo.
Muchas comunidades fueron gravemente dañadas, en especial las comunidades especiales Las Acerolas y Villa Esperanza, donde viven 132 familias, que en su mayoría perdieron sus casas. A siete días del paso de María, algunos de estos vecinos luchaban por reconstruir lo que estuviera en sus manos.
“Aquí no quedó casi nada de pie, así que todo el mundo ha tratado de arreglarlo por sí mismo. Yo les digo: ‘hagan, aunque sea un cuartito 10 x 10 y a echar pa’ alante, porque qué tú vas a hacer de aquí a que vengan las ayudas, no somos los únicos”, dijo entonces, Jorge Olivo, líder comunitario de Villa Esperanza.
Según estimados de Manejo de Emergencias del pueblo, unas 5,000 a 6,000 sufrieron daños en sus propiedades o las perdieron por completo.
El ente aseguró que hasta el momento no se han reportado muertes relacionadas al paso del huracán.
El 27 de septiembre, el alcalde del pueblo, Clemente Agosto confirmó que aún no había llegado la ayuda para distribuirla al pueblo.
17 días después del paso de María, esa seguía siendo la queja de los residentes de Toa Alta. Mientras intentaba tolerar el arduo calor en la plaza, Keily Robles, aseguró que no habían recibido ayuda, prácticamente. Ese día fue la primera vez que llegó un camión en el que transportaron dos cartones de leche y un pan, para cada residente.
“La experiencia ha sido mala. Sin ayuda y sin nada. El alcalde de aquí no ha hecho nada. Hay menores, los adultos podemos resolver, pero con los niños es más difícil. No hay agua, no hay luz. Él no ha hecho ni una reunión, ni una charla o que den agua suficiente. No hay nada de ayudas. El ayuda nada más al barrio Piña, que es el del y toda la ayuda va a Piña. Si él es alcalde tiene que ser alcalde de todo el pueblo”, aseguró decepcionada, Robles.

Casas destruidas por el paso del huracán María en Toa Alta.
A falta del preciado líquido que aún no llegaba de parte de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, los residentes acudían diariamente a una quebrada que cruza por el pueblo, y allí lavaban ropa, se bañaban y llenaban cubos para usar en las casas.
El agua comenzó a llegar a las áreas colindantes de Toa Alta y Bayamón, el lunes 9 de octubre, de modo que la mayoría de los residentes aún no tienen el primordial servicio.
Hay dos centros de ayuda establecidos en el pueblo, en los que se les provee agua y alimentos a los toalteños. Uno está ubicado en el barrio Piña y el otro en la cancha del pueblo, Lauro Dávila. Con esos centros se han impactado a unas 10,000 familias.
Según ha ido pasando el tiempo, cada vez son más las propiedades abandonadas en Toa Alta, pues los residentes se están marchando en busca de un mejor destino.

Residentes del barrio Galateo contemplan los estragos de su residencia.